Las temperaturas máximas de España
Las temperaturas más elevadas de España se registran en el Bajo y Medio Guadalquivir, en la denominada "sartén de Andalucía", coincidente con el triángulo que tiene sus vértices en Sevilla, Écija y Córdoba, con máximas absolutas en torno a 51º C, no muy inferiores a las más altas del planeta, cuyos valores suben a 58º C en el desierto libio y a 57º C en el californiano Valle de la Muerte, ambos en climas desérticos subtropicales cálidos.
Así pues, para que en el Valle del Guadalquivir se hayan observado temperaturas superiores a 50º C, resulta necesario que, ocasionalmente, las condiciones atmosféricas sean próximas o similares a las de aquéllos. Y ello tiene lugar cuando, con rumbo meridiano sur-norte, se produce una invasión directa de aire sahariano, que desata una intensa ola de calor. Entonces, con sol urente, cielos despejados, ambiente seco y con el condicionamiento topográfico propicio de la Depresión bética y aire tropical continental que traslada las características adquiridas en su hogar de origen, los termómetros pueden rebasar, excepcionalmente, los 50º C.
Información relacionada con Temperaturas máximas de España:
- Temperaturas mínimas en España
- Altura del sol
sábado, 22 de diciembre de 2007
domingo, 16 de diciembre de 2007
Temperaturas mínimas en España
Las temperaturas mínimas en España
Las temperaturas más bajas registradas en España durante la segunda mitad del siglo XX corresponden a los observatorios de Albacete, al turolense de Calamocha y al guadalajareño de Molina de Aragón, con valores en torno a -30ºC, pero la mínima absoluta es del Estany Gento, en el Pirineo leridano, a 2.036 m de altitud, el de 2 de febrero de 1956, donde el termómetro descendió a -32ºC. Todos estos observatorios tienen en común su situación oriental, a sotavento de la circulación dominante del oeste; por esto, la influencia del flujo atlántico llega muy debilitada, y la mediterránea, ejercida a contracorriente, no la reemplaza; y ello motiva una continentalización muy acusada, a pesar de su corta distancia al Mediterráneo, inferior a 150 Km. Este es el factor primordial, al que, en mayor o menor medida, se suma la altitud.
A la hora de explicar esa mínima absoluta de -32ºC en el Estany Gento, a la continentalización, en torno a 0º 30' E, se añade la notable altitud (2.036 m). y la intensa ola de frío padecida por la península ibérica los primeros días de febrero de 1956, que ocasionó severísimas pérdidas en el sector agrícola, particularmente en la citricultura valenciana, que hubo de reponer buena parte de sus plantaciones de naranjos y mandarinas.
Información relacionada con Temperaturas mínimas en España:
- Temperaturas máximas de España
- Altura del sol
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A la hora de explicar esa mínima absoluta de -32ºC en el Estany Gento, a la continentalización, en torno a 0º 30' E, se añade la notable altitud (2.036 m). y la intensa ola de frío padecida por la península ibérica los primeros días de febrero de 1956, que ocasionó severísimas pérdidas en el sector agrícola, particularmente en la citricultura valenciana, que hubo de reponer buena parte de sus plantaciones de naranjos y mandarinas.
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- Altura del sol
domingo, 9 de diciembre de 2007
Altura del sol
La altura del sol
La recepción de la radiación solar en la superficie terrestre depende, en gran medida, de la altura del sol, es decir, del ángulo que forman los rayos solares con la horizontal. La altura del sol varía en función de la latitud, época del año y hora del día. El condicionamiento latitudinal obedece a la forma de la Tierra y a la inclinación de su eje sobre el plano de la eclíptica, con el que forma un ángulo de 23º 27´; a ello se debe que en el ámbito intertropical la altura del sol quede entre valores de 66º 33´ y 90º, verticalidad esta última que, sobre el ecuador, se produce en los equinoccios, y en cada trópico el solsticio de verano correspondiente; mientras, en latitudes polares, la altura máxima del sol no pasa de 23º 27´ y desciende a 0º, deparando una noche de seis meses.
Por su parte, el ciclo anual responde al movimiento de traslación, con máximas alturas en verano y mínimas de invierno. Finalmente, el ciclo diario coincide con el movimiento aparente del sol; cuyo orto o salida, a distinta hora, todos los días, merced a la rotación de la Tierra, se produce por el este, orientación desde la que el sol se eleva sobre el horizonte; a partir de este momento el sol se levanta hasta el máximo correspondiente, en función de la latitud y época del año, a medio día, para descender luego hasta su puesta u ocaso por el oeste, donde traspone la línea del horizonte.
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- Temperaturas mínimas en España
- Temperaturas máximas de España
La recepción de la radiación solar en la superficie terrestre depende, en gran medida, de la altura del sol, es decir, del ángulo que forman los rayos solares con la horizontal. La altura del sol varía en función de la latitud, época del año y hora del día. El condicionamiento latitudinal obedece a la forma de la Tierra y a la inclinación de su eje sobre el plano de la eclíptica, con el que forma un ángulo de 23º 27´; a ello se debe que en el ámbito intertropical la altura del sol quede entre valores de 66º 33´ y 90º, verticalidad esta última que, sobre el ecuador, se produce en los equinoccios, y en cada trópico el solsticio de verano correspondiente; mientras, en latitudes polares, la altura máxima del sol no pasa de 23º 27´ y desciende a 0º, deparando una noche de seis meses.
Por su parte, el ciclo anual responde al movimiento de traslación, con máximas alturas en verano y mínimas de invierno. Finalmente, el ciclo diario coincide con el movimiento aparente del sol; cuyo orto o salida, a distinta hora, todos los días, merced a la rotación de la Tierra, se produce por el este, orientación desde la que el sol se eleva sobre el horizonte; a partir de este momento el sol se levanta hasta el máximo correspondiente, en función de la latitud y época del año, a medio día, para descender luego hasta su puesta u ocaso por el oeste, donde traspone la línea del horizonte.
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viernes, 16 de noviembre de 2007
Sistemas convectivos mesoscala
Los sistemas convectivos mesoscala
El concepto de sistema convectivo de mesoscala es una adaptación al ámbito del Mediterráneo Occidental del concepto de "complejo convectivo de mesoscala" acuñado por el meteorólogo estadounidense R.Maddox a finales de los años setenta de la centuria precedente. Uno y otro se refieren a situaciones de intensa inestabilidad atmosférica, con presencia a aire anormalmente frío en los niveles superiores, sobre amplios espacios, donde las precipitaciones, acompañadas por abundante aparato eléctrico, sobrepasan en buena parte del mismo los 110 mm/24 horas, con sectores donde aquéllas pueden alcanzar, excepcionalmente, en algunas áreas totales entre 300 y 600 mm en dicho intervalo; sobre éstas no diluvia ni jarrea, ambas expresiones resultan insuficientes, ya que entonces lo que sucede es que, sobre ellas, "se abren las cataratas del cielo". Riosalido ha distinguido, en función de las extensiones cubiertas por estas colosales formaciones de gigantescas "nubes puestas en pie", tres tipos: cuando el espacio ocupado por la isoterma de -48ºC (tope frío en la lata troposfera) excede de 50.000 Km cuadrados; en segundo lugar, si dicho espacio queda entre 25.000 y 50.000 km cuadrados; y, la tercera categoría, si es menor de 25.000 km cuadrados.
Dado el singular interés que el conocimiento de estas situaciones reviste para la previsión de los aguaceros copiosos e intensos que, esporádicamente, azotan la vertiente mediterránea española, en los últimos tres lustros, desde 1992, se efectúa un considerable esfuerzo para mejorar su conocimiento; con dicha finalidad, se ha puesto en servicio la Red de Detección de Rayos, ya que se relaciona el ciclo de vida del sistema convectivo de mesoscala y la cantidad de descargas registradas en aquélla.
Información relacionada con Sistemas convectivos mesoscala:
- Gota fría
- Gota fría y diluvio
- Aguaceros otoñales mediterráneos
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Dado el singular interés que el conocimiento de estas situaciones reviste para la previsión de los aguaceros copiosos e intensos que, esporádicamente, azotan la vertiente mediterránea española, en los últimos tres lustros, desde 1992, se efectúa un considerable esfuerzo para mejorar su conocimiento; con dicha finalidad, se ha puesto en servicio la Red de Detección de Rayos, ya que se relaciona el ciclo de vida del sistema convectivo de mesoscala y la cantidad de descargas registradas en aquélla.
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martes, 30 de octubre de 2007
Trasvase del Ebro
El trasvase del Ebro
El primer proyecto de macrotrasvase del Ebro a tierras valencianas y murcianas se debe al ingeniero Félix de los Ríos Martín, a la sazón Director General de Obras Hidráulicas de la II República, que lo hizo público, el año 1937, en Valencia, bajo el título de Aprovechamiento de parte de las aguas sobrantes del Ebro en ampliar y mejorar los riegos de Levante, con la finalidad de transferir 1.260 hm cúbicos/año desde el Azud de Cherta. De las propuestas posteriores, las más ambiciosa fue la de 1972 que, en el marco del Plan General Hidráulico del Bajo Ebro planteó tres transferencias: Ebro-Pirineo Oriental (1.400 hm cúbicos/año), Ebro-Mijares (600) y Ebro-Júcar-Segura (1.200); en total, 3.200 hm cúbicos anuales. Por su parte, el Sistema Integrado de Equilibrio Hidráulico Nacional (SIEHIVA), englobado en el Anteproyecto de Plan Hidrológico Nacional de 1993, asignaba, en su versión original, a las Comunidades Autónomas Valenciana, de Murcia y Cataluña, transferencias respectivas de 890, 1.045 y 475 hm cúbicos/año, en total 2.410 hm cúbicos; de ellos, 1.855 procedentes del Ebro, en el seno de una colosal reestructuración hidrográfica de la España peninsular, acorde con el obsoleto desideratum regeneracionista de cruzar el país "con un sistema arterial hidráulico". Por último, el Plan Hidrológico Nacional de 2001 contemplaba una transferencia muy moderada, se sólo, 1.050 hm cúbicos/anuales, con el reparto siguiente: cuenca del Segura, 450 hm cúbicos anuales; cuenca del Júcar, 315; Barcelona, 190; y Almería, 95 hm cúbicos al año.
El cambio de signo político de España, se tradujo inmediatamente en el Real Decreto Ley 2/2004, que, convertido luego en Ley 11/2005, de 22 de Junio, modificó la Ley 10/2001, de 5 de Julio, del Plan Hidrológico Nacional, derogando, a pesar de las protestas y reivindicaciones de la Comunidad Valenciana y Región Autónoma de Murcia, la transferencia del Ebro.
Información relacionada con Trasvase del Ebro:
- Desalinizar o desalar
- Catástrofes naturales: sequías
- Catástrofes naturales y obras hidráulicas
El primer proyecto de macrotrasvase del Ebro a tierras valencianas y murcianas se debe al ingeniero Félix de los Ríos Martín, a la sazón Director General de Obras Hidráulicas de la II República, que lo hizo público, el año 1937, en Valencia, bajo el título de Aprovechamiento de parte de las aguas sobrantes del Ebro en ampliar y mejorar los riegos de Levante, con la finalidad de transferir 1.260 hm cúbicos/año desde el Azud de Cherta. De las propuestas posteriores, las más ambiciosa fue la de 1972 que, en el marco del Plan General Hidráulico del Bajo Ebro planteó tres transferencias: Ebro-Pirineo Oriental (1.400 hm cúbicos/año), Ebro-Mijares (600) y Ebro-Júcar-Segura (1.200); en total, 3.200 hm cúbicos anuales. Por su parte, el Sistema Integrado de Equilibrio Hidráulico Nacional (SIEHIVA), englobado en el Anteproyecto de Plan Hidrológico Nacional de 1993, asignaba, en su versión original, a las Comunidades Autónomas Valenciana, de Murcia y Cataluña, transferencias respectivas de 890, 1.045 y 475 hm cúbicos/año, en total 2.410 hm cúbicos; de ellos, 1.855 procedentes del Ebro, en el seno de una colosal reestructuración hidrográfica de la España peninsular, acorde con el obsoleto desideratum regeneracionista de cruzar el país "con un sistema arterial hidráulico". Por último, el Plan Hidrológico Nacional de 2001 contemplaba una transferencia muy moderada, se sólo, 1.050 hm cúbicos/anuales, con el reparto siguiente: cuenca del Segura, 450 hm cúbicos anuales; cuenca del Júcar, 315; Barcelona, 190; y Almería, 95 hm cúbicos al año.
El cambio de signo político de España, se tradujo inmediatamente en el Real Decreto Ley 2/2004, que, convertido luego en Ley 11/2005, de 22 de Junio, modificó la Ley 10/2001, de 5 de Julio, del Plan Hidrológico Nacional, derogando, a pesar de las protestas y reivindicaciones de la Comunidad Valenciana y Región Autónoma de Murcia, la transferencia del Ebro.
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martes, 23 de octubre de 2007
Cumulonimbos
Los cumulonimbos
Los cumulonimbos son nubes densas de fuerte desarrollo vertical, asociadas a situaciones de intensa inestabilidad atmosférica, con grandes ascensos de aire de elevado potencial energético. Pueden interesar casi todo el espesor de la troposfera y alcanzar, desde su base, alturas de 8-10 km en latitudes medias y de 16-18 en el ámbito intertropical. Los de mayor desarrollo corresponden a la especie capillatus (fibroso) o pileus (con pileo o casquete) y rematan en un yunque superior de estructura cirrosa; cuando falta ésta, se habla de cumulonimbo calvo. Por bajo de la base, a menudo muy sombría, aparecen nubes bajas y desgarradas, soldadas o no a la gran célula convectiva. Aparte del yunque superior, constituyen apéndices frecuentes del cumulonimbo el arcus, ceja sombría que lo precede, y, en ocasiones, la tuba o embudo de un tornado o tromba marina vinculado, que cuelga de la base de aquél.
De composición mixta, integradas por gotas de agua y cristales de hielo, los cumulonimbos son las nubes habituales de los mayores diluvios y granizadas; por ello, resultan particularmente terribles. A modo de gigantescas nubes puestas en pie o enormes torres nubosas, acompañan, en latitudes medias, a las gotas frías, y, en las bandas de los alisios, a los ciclones tropicales o huracanes, arremolinados en torno al ojo de la perturbación.
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- Daños ciclones
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- Zonas de ciclones
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De composición mixta, integradas por gotas de agua y cristales de hielo, los cumulonimbos son las nubes habituales de los mayores diluvios y granizadas; por ello, resultan particularmente terribles. A modo de gigantescas nubes puestas en pie o enormes torres nubosas, acompañan, en latitudes medias, a las gotas frías, y, en las bandas de los alisios, a los ciclones tropicales o huracanes, arremolinados en torno al ojo de la perturbación.
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martes, 16 de octubre de 2007
Aguaceros otoñales mediterráneos
Los aguaceros otoñales mediterráneos
A veces la precipitación cae con tal intensidad en la vertiente mediterránea española que los verbos "diluviar" o "jarrear", cuya acepción es la de llover copiosamente, resultan insuficientes para describir el aguacero, ya que entonces llueve a mares, se dice, significativa y gráficamente, que se abren las cataratas del cielo. En el intervalo de pocas horas pueden excederse e incluso duplicarse, con creces, la precipitación media anual. La perniciosidad de estos aguaceros y trombas depende ampliamente de la concentración horaria de la lluvia.
El calendario de lluvias catastróficas en el espacio indicado muestra una notoria concentración de las mismas en los meses otoñales, entre mediados de septiembre y similares fechas de noviembre, con ápice en octubre, transcurre el periodo de máximo riesgo. El comportamiento térmico de las aguas mediterráneas constituye la premisa indispensable, el requisito imprescindible, que, conjugado de forma primordial, si bien no exclusiva, con las irrupciones de aire frío en altitud, confiere primacía destacada, en estas tierras, al otoño en los aguaceros de excepcional violencia, riadas colosales y desastrosas inundaciones.
Los mapas de isotermas marinas superficiales suelen mostrar, en coincidencia con estas lluvias torrenciales, temperaturas relativamente altas frente a las áreas afectadas. Condiciones térmicas de esa índole propician que el mar transfiera al aire enormes cantidades de vapor de agua, es decir, de agua y energía latente, condiciones necesarias para lluvias muy copiosas y de excepcional intensidad horaria.
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- Gota fría
- Gota fría y diluvio
- Inundación Valencia 1957
A veces la precipitación cae con tal intensidad en la vertiente mediterránea española que los verbos "diluviar" o "jarrear", cuya acepción es la de llover copiosamente, resultan insuficientes para describir el aguacero, ya que entonces llueve a mares, se dice, significativa y gráficamente, que se abren las cataratas del cielo. En el intervalo de pocas horas pueden excederse e incluso duplicarse, con creces, la precipitación media anual. La perniciosidad de estos aguaceros y trombas depende ampliamente de la concentración horaria de la lluvia.
El calendario de lluvias catastróficas en el espacio indicado muestra una notoria concentración de las mismas en los meses otoñales, entre mediados de septiembre y similares fechas de noviembre, con ápice en octubre, transcurre el periodo de máximo riesgo. El comportamiento térmico de las aguas mediterráneas constituye la premisa indispensable, el requisito imprescindible, que, conjugado de forma primordial, si bien no exclusiva, con las irrupciones de aire frío en altitud, confiere primacía destacada, en estas tierras, al otoño en los aguaceros de excepcional violencia, riadas colosales y desastrosas inundaciones.
Los mapas de isotermas marinas superficiales suelen mostrar, en coincidencia con estas lluvias torrenciales, temperaturas relativamente altas frente a las áreas afectadas. Condiciones térmicas de esa índole propician que el mar transfiera al aire enormes cantidades de vapor de agua, es decir, de agua y energía latente, condiciones necesarias para lluvias muy copiosas y de excepcional intensidad horaria.
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miércoles, 10 de octubre de 2007
Desalinizar o desalar
Desalinizar o desalar
La potabilización de agua marina constituye vía para garantizar el suministro a poblaciones de islas, como las del archipiélago canario o Mallorca; es éste, el uso que puede asumir su elevado coste. Pero no se pretende aquí aludir a ninguna controversia, sino tan sólo referirse a una cuestión semántica. En efecto, mientras unos tratadistas hablan de "plantas desalinizadoras", otros manejan la expresión "plantas desaladoras"; así pues, cabe preguntarse si ambas son correctas; y, en última instancia, cuál resulta preferible.
El Diccionario de la Academia señala que el adjetivo "desalinizador" dícese del "método usado para eliminar la sal del agua de mar", pero asimismo indica como significado de desalinización la de "desalación del agua de mar"; y también, como segunda acepción de "desalar" proporciona la de "quitarle la sal al agua del mar para hacerla potable o para otros fines". En suma, ambas especificaciones son correctas. En cuanto a la opción personal, puede parecer que "desalinización" es voz más técnica y eufónica; sin embargo, quienes rehuimos la elongación y el polisilabismo, nos inclinaremos, sin duda, por "desalación". Al fin y a la postre, nadie dice que el agua marina sea agua salinizada, sino agua salina.
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- Catátrofes naturales: la sequía
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- Trasvase del Ebro
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El Diccionario de la Academia señala que el adjetivo "desalinizador" dícese del "método usado para eliminar la sal del agua de mar", pero asimismo indica como significado de desalinización la de "desalación del agua de mar"; y también, como segunda acepción de "desalar" proporciona la de "quitarle la sal al agua del mar para hacerla potable o para otros fines". En suma, ambas especificaciones son correctas. En cuanto a la opción personal, puede parecer que "desalinización" es voz más técnica y eufónica; sin embargo, quienes rehuimos la elongación y el polisilabismo, nos inclinaremos, sin duda, por "desalación". Al fin y a la postre, nadie dice que el agua marina sea agua salinizada, sino agua salina.
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jueves, 4 de octubre de 2007
Inundación Valencia 1957
La inundación de Valencia en 1957
Medio siglo atrás, el 14-15 de octubre de 1957, la ciudad de Valencia y los poblados marítimos padecieron una de las peores inundaciones de que hay memoria histórica, con numerosas víctimas y cuantiosísimos daños materiales. En algunos puntos del casco histórico las aguas desbordadas del río Turia alcanzaron 3 metros de altura y cubrieron de barro gran parte del área urbana. Aunque las estimaciones son diversas, tras depurar los datos disponibles, parece probable una punta de avenida de 3.000 metros cúbicos por segundo. El colosal aluvión fue motivado por lluvias torrenciales en la cuenca baja del Turia, debidas a la advección en superficie de aire mediterráneo con elevada humedad específica y a la presencia en los niveles superiores de la troposfera de un embolsamiento de aire anormalmente frío. La monstruosa riada se generó aguas abajo del Pantano de Benagéber (entonces, Generalísimo) por la sincronización en el Turia de los enormes aportes de sus afluentes Tuéjar y Tera y de las ramblas Castellarda y Primera.
Para conjurar el gravísimo riesgo, se realizó el denominado Plan Sur, consistente esencialmente en la desviación del Turia al sur de la ciudad, mediante la apertura de un cauce enteramente artificial con capacidad de 5.000 metros cúbicos por segundo. Al estimarse suficiente esta solución, no ha pasado de proyecto la presa de laminación de Villamarchante, que, sin duda, reforzaría y potenciaría la defensa de avenidas de excepcional magnitud.
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Para conjurar el gravísimo riesgo, se realizó el denominado Plan Sur, consistente esencialmente en la desviación del Turia al sur de la ciudad, mediante la apertura de un cauce enteramente artificial con capacidad de 5.000 metros cúbicos por segundo. Al estimarse suficiente esta solución, no ha pasado de proyecto la presa de laminación de Villamarchante, que, sin duda, reforzaría y potenciaría la defensa de avenidas de excepcional magnitud.
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martes, 25 de septiembre de 2007
Gota fría y diluvio
Gota fría y diluvio
La expresión gota fría ha trascendido al gran público como sinónimo de diluvio, y no es así, en modo alguno. La gota fría no ocasiona necesariamente un aguacero copioso e intenso, ni éste tiene siempre por causa aquélla. Para que la gota fría comporte diluvio es preciso el concurso de otros factores: premisa indispensable, requisito imprescindible es la presencia en superficie de aire relativamente cálido y muy húmedo, rico en vapor de agua, es decir, en agua y energía latente, almacenadas en el proceso de evaporación. Es este aire el que permite la formación de gigantescas "nubes puestas en pie", colosales cumulonimbos, y alimenta precipitaciones muy abundantes y de elevada concentración horaria, abriendo "las cataratas del cielo". Además, en estas situaciones, la presencia, en superficie, de un extenso anticiclón tendido de oeste a este, favorece, en su cara meridional, el aflujo hacia la fachada este de España de aire procedente del Mediterráneo, que, en contacto con las tibias aguas de este mar, ha adquirido las características indicadas.
Como percutores del disparo de ese aire sumamente inestable en la vertical actúa habitualmente el relieve, en especial cuando el viento de componente este llega perpendicular, y con velocidad moderada, a las sienas litorales y prelitorales. Puede asimismo colaborar en ese proceso de disparo la existencia de un área localizada de rotación ciclónica de vientos en superficie. El ascenso se ve facilitado por la existencia de la gota fría, que permite a los cumulonimbos, generadores del diluvio, alzarse con desarrollos verticales de 10-11 km. La coincidencia de todos estos factores con la gota fría sí desencadena diluvios, enormes crecidas fluviales y desastrosas inundaciones.
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- Gota fría
- Gota fría y diluvio (II)
- Concepto gota fría
- Inundación Valencia 1957
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Como percutores del disparo de ese aire sumamente inestable en la vertical actúa habitualmente el relieve, en especial cuando el viento de componente este llega perpendicular, y con velocidad moderada, a las sienas litorales y prelitorales. Puede asimismo colaborar en ese proceso de disparo la existencia de un área localizada de rotación ciclónica de vientos en superficie. El ascenso se ve facilitado por la existencia de la gota fría, que permite a los cumulonimbos, generadores del diluvio, alzarse con desarrollos verticales de 10-11 km. La coincidencia de todos estos factores con la gota fría sí desencadena diluvios, enormes crecidas fluviales y desastrosas inundaciones.
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domingo, 23 de septiembre de 2007
Concepto gota fría
Gota fría, una expresión familiar
No es fácil encontrar en la vertiente mediterránea española persona adulta que no haya oído hablar de gota fría, justamente lo contrario de lo que ocurría un cuarto de siglo atrás, cuando dicha expresión no desbordaba los círculos especializados: basta acudir a las hemerotecas. Acuñado el concepto a finales de los años treinta del siglo pasado por el meteorólogo alemán Scherhag, en España se hablaría del fenómeno, pero en ámbitos muy reducidos, con ocasión de la trágica inundación de la ciudad de Valencia el 14-15 de octubre de 1957; y, más aún, como responsable de las mortíferas inundaciones en el sureste de la Península el 19 de octubre de 1973.
Con todo, el período decisivo serían los años ochenta, década pródiga en riadas para las cuencas del Júcar y Segura, se produjo desde entonces el paso de la locución al gran público, identificada plena y erróneamente con aguacero copioso y de gran intensidad horaria. Preciso es subrayar que ni todas las gotas frías, con máxima frecuencia los meses de enero y febrero, ocasionan diluvios, ni éstos tienen siempre por causa una gota fría. Para que "se abran las cataratas del hielo", es preciso el concurso de determinadas condiciones y factores, a los que nos referiremos en otra ocasión.
Información relacionada con Concepto gota fría:
- Gota fría
- Gota fría y diluvio
- Gota fría y diluvio (II)
No es fácil encontrar en la vertiente mediterránea española persona adulta que no haya oído hablar de gota fría, justamente lo contrario de lo que ocurría un cuarto de siglo atrás, cuando dicha expresión no desbordaba los círculos especializados: basta acudir a las hemerotecas. Acuñado el concepto a finales de los años treinta del siglo pasado por el meteorólogo alemán Scherhag, en España se hablaría del fenómeno, pero en ámbitos muy reducidos, con ocasión de la trágica inundación de la ciudad de Valencia el 14-15 de octubre de 1957; y, más aún, como responsable de las mortíferas inundaciones en el sureste de la Península el 19 de octubre de 1973.
Con todo, el período decisivo serían los años ochenta, década pródiga en riadas para las cuencas del Júcar y Segura, se produjo desde entonces el paso de la locución al gran público, identificada plena y erróneamente con aguacero copioso y de gran intensidad horaria. Preciso es subrayar que ni todas las gotas frías, con máxima frecuencia los meses de enero y febrero, ocasionan diluvios, ni éstos tienen siempre por causa una gota fría. Para que "se abran las cataratas del hielo", es preciso el concurso de determinadas condiciones y factores, a los que nos referiremos en otra ocasión.
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viernes, 21 de septiembre de 2007
Ojo del huracán
El ojo del huracán
Cuando alguien se encuentra en situación de peligro inminente, se dice en sentido figurado que "está en el ojo del huracán" o, de modo más general, "está en el ojo del ciclón". Se trata de una alusión directa a la estructura de estos mínimos o depresiones muy profundas: los satélites meteorológicos proporcionan la imagen de una masa compacta de nubes, gigantescos cumulonimbos, con giro ciclónico en torno a una mancha o sector negro más o menos circular y relativamente pequeño; se trata del denominado "ojo del ciclón" u "ojo del huracán".
Al paso de la perturbación, viento y lluvia arrecian con violencia hacia su sector central, pero a la llegada de éste, como por ensalmo, se calma el viento, cesa la lluvia y se despeja el cielo; a este último efecto se debe, por el fuerte contraste de albedos, el color negro del "ojo del ciclón", área de viento subsidente. Así, tras el paso de la primera mitad del ciclón, se hace ocasionalmente la calma, si bien la tormenta estalla de nuevo, con enorme furia, en presencia de la mitad posterior, tras el breve paréntesis de bonanza, una hora más o menos, que corresponde al ojo del ciclón. Por ello, cuando alguien se ha librado de la primera acometida de un peligro o adversidad persistente, disfruta de una tranquilidad precaria, amenazada por la arremetida final.
Información relacionada con Ojo del huracán:
- Nombres huracanes
- Catástrofes naturales: ciclones tropicales
- Nombres ciclones tropicales
- Daños ciclones
- Zonas de ciclones
Cuando alguien se encuentra en situación de peligro inminente, se dice en sentido figurado que "está en el ojo del huracán" o, de modo más general, "está en el ojo del ciclón". Se trata de una alusión directa a la estructura de estos mínimos o depresiones muy profundas: los satélites meteorológicos proporcionan la imagen de una masa compacta de nubes, gigantescos cumulonimbos, con giro ciclónico en torno a una mancha o sector negro más o menos circular y relativamente pequeño; se trata del denominado "ojo del ciclón" u "ojo del huracán".
Al paso de la perturbación, viento y lluvia arrecian con violencia hacia su sector central, pero a la llegada de éste, como por ensalmo, se calma el viento, cesa la lluvia y se despeja el cielo; a este último efecto se debe, por el fuerte contraste de albedos, el color negro del "ojo del ciclón", área de viento subsidente. Así, tras el paso de la primera mitad del ciclón, se hace ocasionalmente la calma, si bien la tormenta estalla de nuevo, con enorme furia, en presencia de la mitad posterior, tras el breve paréntesis de bonanza, una hora más o menos, que corresponde al ojo del ciclón. Por ello, cuando alguien se ha librado de la primera acometida de un peligro o adversidad persistente, disfruta de una tranquilidad precaria, amenazada por la arremetida final.
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martes, 18 de septiembre de 2007
Zonas de ciclones
Zonas azotadas por ciclones
Un planisferio con las áreas afectadas por ciclones tropicales resulta muy elocuente. Dichas perturbaciones (huracanes, tifones, "tornados", baguíos, cordonazos, ciclones de Mauricio) nacen y se desarrollan, sobre los océanos, entre 5 y 20º de latitud, en las bandas de los alisios. Faltan en las proximidades del ecuador, donde la inexistencia de torbellino absoluto impide su formación; y también de latitudes subtropicales, donde motiva otro tanto la subsidencia subtropical. Ésta determina asimismo la disimetría entre las fachadas occidentales y orientales de los océanos, ya que en estas últimas aquélla, más intensa, las excluye. Requisito imprescindible es que, en el verano y otoño correspondientes, las isotermas marinas de superficie no registren temperaturas inferiores a 26º C, por ello, están ausentes del Atlántico Sur, de aguas menos cálidas.
El sector de mayor incidencia, una veintena de tifones entre junio-noviembre, es el noroeste del Pacífico; a continuación, Caribe y Golfo de México con seis por término medio, cifra también del Golfo de Bengala, y sólo un par en el Golfo de Arábigo; en el hemisferio austral, la media es de seis ciclones de Mauricio en el Índico Meridional, y sólo dos en el Pacífico Sur.
Es de notar que en el Atlántico septentrional, a favor de la corriente del Golfo, los huracanes, al aproximarse a las costas estadounidenses, se incurvan y, a veces, penetran en la zona de circulación general del oeste, y pueden retomar hacia el este convertiodos en profundas borrascas de estructura frontal, con vientos fuertes.
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- Daños ciclones
Un planisferio con las áreas afectadas por ciclones tropicales resulta muy elocuente. Dichas perturbaciones (huracanes, tifones, "tornados", baguíos, cordonazos, ciclones de Mauricio) nacen y se desarrollan, sobre los océanos, entre 5 y 20º de latitud, en las bandas de los alisios. Faltan en las proximidades del ecuador, donde la inexistencia de torbellino absoluto impide su formación; y también de latitudes subtropicales, donde motiva otro tanto la subsidencia subtropical. Ésta determina asimismo la disimetría entre las fachadas occidentales y orientales de los océanos, ya que en estas últimas aquélla, más intensa, las excluye. Requisito imprescindible es que, en el verano y otoño correspondientes, las isotermas marinas de superficie no registren temperaturas inferiores a 26º C, por ello, están ausentes del Atlántico Sur, de aguas menos cálidas.
El sector de mayor incidencia, una veintena de tifones entre junio-noviembre, es el noroeste del Pacífico; a continuación, Caribe y Golfo de México con seis por término medio, cifra también del Golfo de Bengala, y sólo un par en el Golfo de Arábigo; en el hemisferio austral, la media es de seis ciclones de Mauricio en el Índico Meridional, y sólo dos en el Pacífico Sur.
Es de notar que en el Atlántico septentrional, a favor de la corriente del Golfo, los huracanes, al aproximarse a las costas estadounidenses, se incurvan y, a veces, penetran en la zona de circulación general del oeste, y pueden retomar hacia el este convertiodos en profundas borrascas de estructura frontal, con vientos fuertes.
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lunes, 10 de septiembre de 2007
Nombres huracanes
Nombres de huracanes
Fueron los españoles quienes adoptaron primero un procedimiento para dar nombre propio e identificar a los huracanes que se sucedían cada temporada (junio a noviembre) en el Caribe, Golfo de México y Florida. Recurrieron al santoral, de manera que bautizaron, durante los siglos XVI a XIX, cada huracán con la festividad correspondiente al día en que se avistaba el ciclón: así, se llamaban huracán de Santiago, de Santa Ana, San Lorenzo, San Francisco, etc. Este sistema perduró en el área indicada hasta casi mediado el siglo XX.
No fue sino a finales del segundo conflicto mundial, hacia 1945, cuando los servicios meteorológicos de la Marina y Fuerza Aérea de Estados Unidos comenzaron a individualizar a los tifones del Mar de China y baguíos filipinos, es decir, a los ciclones tropicales de este amplio sector del Pacífico, con nombres femeninos, a partir de la letra A como inicial y por orden alfabético. Convertida USA en primera potencia mundial, el sistema se difundió ampliamente por las áreas afectadas, con la señalada excepción de los golfos de Bengala y Arábigo.
Hasta la inclusión de nombres masculinos en esa particular relación transcurrieron tres décadas, hasta 1978; dos años después, a petición de los meteorólogos cubanos, se sumaron a los nombres anglosajones los hispanos. Es de notar, por último, que los nombres de huracanes particularmente catastróficos (caso, por ejemplo, el Katrina), se archivan y no se vuelven a usar al menos, en veinte años.
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Fueron los españoles quienes adoptaron primero un procedimiento para dar nombre propio e identificar a los huracanes que se sucedían cada temporada (junio a noviembre) en el Caribe, Golfo de México y Florida. Recurrieron al santoral, de manera que bautizaron, durante los siglos XVI a XIX, cada huracán con la festividad correspondiente al día en que se avistaba el ciclón: así, se llamaban huracán de Santiago, de Santa Ana, San Lorenzo, San Francisco, etc. Este sistema perduró en el área indicada hasta casi mediado el siglo XX.
No fue sino a finales del segundo conflicto mundial, hacia 1945, cuando los servicios meteorológicos de la Marina y Fuerza Aérea de Estados Unidos comenzaron a individualizar a los tifones del Mar de China y baguíos filipinos, es decir, a los ciclones tropicales de este amplio sector del Pacífico, con nombres femeninos, a partir de la letra A como inicial y por orden alfabético. Convertida USA en primera potencia mundial, el sistema se difundió ampliamente por las áreas afectadas, con la señalada excepción de los golfos de Bengala y Arábigo.
Hasta la inclusión de nombres masculinos en esa particular relación transcurrieron tres décadas, hasta 1978; dos años después, a petición de los meteorólogos cubanos, se sumaron a los nombres anglosajones los hispanos. Es de notar, por último, que los nombres de huracanes particularmente catastróficos (caso, por ejemplo, el Katrina), se archivan y no se vuelven a usar al menos, en veinte años.
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jueves, 6 de septiembre de 2007
Daños ciclones
Daños de los ciclones
Bajo distintos nombres (huracanes en el Caribe y Golfo de México, tifones en el Mar de China, tornados en el Golfo de Bengala,, baguíos en el archipiélago filipino, ciclones de Mauricio en el Índico meridional), los ciclones tropicales ocasionan todos los años numerosas víctimas, situaciones críticas y cuantiosísimos daños materiales. Consecuencias tan desastrosas resultan, en combinación con su lento desplazamiento (20-30 Km/h), de los violentos vientos asociados a los mismos y de las anegaciones producidas por intensos diluvios y, sobre todo, a causa del fortísimo oleaje que cabalga sobre la pleamar.
Vistos los mecanismos no puede extrañar que la escala de peligrosidad de Saffir-Simpson maneje como referencias esenciales la velocidad del viento y la altura de las olas. Diferencia hasta cinco categorías, con los umbrales siguientes: 1ª, vientos de 119 a 153 Km/h y olas de 1,5 a 2,0 m; 2ª, 154-177 Km/h y olas de 2,0 a 2,5 m; 3ª, 178 a 209 Km/h y olas de 2,5 a 4,0 m; 4ª, 210-249 Km/h y olas de 4,0 a 5,5 m; y, por último, la 5ª se reserva para ciclones donde los vientos alcanzan o superan 250 Km/h, con olas de altura superior a 5,5 m.
Aunque, como se ha dicho, las grandes inundaciones son efecto, esencialmente, de las llamadas "olas del ciclón", es preciso recordar asimismo la contribución no desdeñable de la lluvia, ya que cerca del núcleo de la perturbación se "abren las cataratas del ciclo" y arrojan alturas de precipitación muy elevadas, a veces superiores a 500 mm en unas horas.
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Bajo distintos nombres (huracanes en el Caribe y Golfo de México, tifones en el Mar de China, tornados en el Golfo de Bengala,, baguíos en el archipiélago filipino, ciclones de Mauricio en el Índico meridional), los ciclones tropicales ocasionan todos los años numerosas víctimas, situaciones críticas y cuantiosísimos daños materiales. Consecuencias tan desastrosas resultan, en combinación con su lento desplazamiento (20-30 Km/h), de los violentos vientos asociados a los mismos y de las anegaciones producidas por intensos diluvios y, sobre todo, a causa del fortísimo oleaje que cabalga sobre la pleamar.
Vistos los mecanismos no puede extrañar que la escala de peligrosidad de Saffir-Simpson maneje como referencias esenciales la velocidad del viento y la altura de las olas. Diferencia hasta cinco categorías, con los umbrales siguientes: 1ª, vientos de 119 a 153 Km/h y olas de 1,5 a 2,0 m; 2ª, 154-177 Km/h y olas de 2,0 a 2,5 m; 3ª, 178 a 209 Km/h y olas de 2,5 a 4,0 m; 4ª, 210-249 Km/h y olas de 4,0 a 5,5 m; y, por último, la 5ª se reserva para ciclones donde los vientos alcanzan o superan 250 Km/h, con olas de altura superior a 5,5 m.
Aunque, como se ha dicho, las grandes inundaciones son efecto, esencialmente, de las llamadas "olas del ciclón", es preciso recordar asimismo la contribución no desdeñable de la lluvia, ya que cerca del núcleo de la perturbación se "abren las cataratas del ciclo" y arrojan alturas de precipitación muy elevadas, a veces superiores a 500 mm en unas horas.
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miércoles, 5 de septiembre de 2007
Nombres ciclones tropicales
Nombres de los ciclones tropicales
Los ciclones tropicales son conocidos con nombres diversos en las distintas áreas afectadas, por más que los de huracán y tifón resulten, con diferencia, las de mayor difusión. El primero, con carta de naturaleza en el Golfo de México y Caribe, es también el de uso más frecuente en el mundo occidental, su etimología es mayor, relacionado con la voz Juracán (Corazón del Ciclo), denominación de la Trinidad divina de los mayas guichés. Por su parte, chinos y japoneses hablan de tifones, de manera que éste es el término empleado por mayor número de personas; alude a los vientos de gran velocidad asociados al ciclón, ya que el vocablo japonés Tai-Phon significa, literalmente, viento fuerte. En el Golfo de Bengala, indios y pakistaníes, por influencia occidental, los llaman tornados, sin confundirlos, por supuesto, con el otro tipo de perturbación más localizada e intensa a la que se aplica, con carácter general, esta designación. Todavía en el ámbito asiático, los filipinos dicen baguíos a los ciclones tropicales.
Además de la generalizada de huracanes, no faltan otras designaciones en el Atlántico americano septentrional, como el de alisio reforzado en las Bahamas o cordonazo de San Francisco en América Central, expresión esta última tradicional entre los navegantes, para aludir a la mar arbolada y mar de gravísimo peligro ocasionadas por los ciclones tropicales a finales de septiembre y comienzos de octubre.
Por último, en el Índico Meridional se conocen por ciclones de Mauricio, en referencia a estas islas, donde se practicaron observaciones pioneras de estas perturbaciones, nombradas como tropical cyclone en Australia, con abandono progresivo de la inadecuada expresión willy-willy.
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Además de la generalizada de huracanes, no faltan otras designaciones en el Atlántico americano septentrional, como el de alisio reforzado en las Bahamas o cordonazo de San Francisco en América Central, expresión esta última tradicional entre los navegantes, para aludir a la mar arbolada y mar de gravísimo peligro ocasionadas por los ciclones tropicales a finales de septiembre y comienzos de octubre.
Por último, en el Índico Meridional se conocen por ciclones de Mauricio, en referencia a estas islas, donde se practicaron observaciones pioneras de estas perturbaciones, nombradas como tropical cyclone en Australia, con abandono progresivo de la inadecuada expresión willy-willy.
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viernes, 27 de abril de 2007
Viento Levante
El viento de Levante
En la rosa de los vientos mediterránea, el levante procede del este, el punto cardinal por donde cada día, en su movimiento aparente, el sol se levanta sobre el horizonte a causa de la rotación terrestre. Sopla a más o menos velocidad, merced al gradiente horizontal de presión existente en el momento: a veces se limita a cubrir metafóricamente, las aguas marinas de pañuelos blancos, mientras otras, las menos, origina violentos y destructivos temporales de levante, con mar montañosa o de gravísimo peligro. También es variable su frecuencia de unos puntos a otros, en algunos puede resultar tan elevada, como en el sector gaditano de Barbate y Zahara de los Atunes, que históricamente ha representado un condicionamiento negativo y limitación para la actividad agrícola, mientras que en la actualidad ha cambiado significativamente de valoración económica, al hacer de estas costas el paraíso de los windsurfistas.
En cuanto a precipitaciones, para la fachada oriental de España es el viento llovedor por excelencia, tal y como reza, refiriéndose a la tierra, el refrán en lengua vernácula y castellana: “El levante la moja y el poniente la seca”. Esta condición obedece a que, en las épocas del año propicias, es decir, primavera y, sobre todo, otoño, conduce aire mediterráneo con elevada humedad específica, a veces en cantidad suficiente para que jarree, diluvie, e incluso, se abran las cataratas del cielo.
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En la rosa de los vientos mediterránea, el levante procede del este, el punto cardinal por donde cada día, en su movimiento aparente, el sol se levanta sobre el horizonte a causa de la rotación terrestre. Sopla a más o menos velocidad, merced al gradiente horizontal de presión existente en el momento: a veces se limita a cubrir metafóricamente, las aguas marinas de pañuelos blancos, mientras otras, las menos, origina violentos y destructivos temporales de levante, con mar montañosa o de gravísimo peligro. También es variable su frecuencia de unos puntos a otros, en algunos puede resultar tan elevada, como en el sector gaditano de Barbate y Zahara de los Atunes, que históricamente ha representado un condicionamiento negativo y limitación para la actividad agrícola, mientras que en la actualidad ha cambiado significativamente de valoración económica, al hacer de estas costas el paraíso de los windsurfistas.
En cuanto a precipitaciones, para la fachada oriental de España es el viento llovedor por excelencia, tal y como reza, refiriéndose a la tierra, el refrán en lengua vernácula y castellana: “El levante la moja y el poniente la seca”. Esta condición obedece a que, en las épocas del año propicias, es decir, primavera y, sobre todo, otoño, conduce aire mediterráneo con elevada humedad específica, a veces en cantidad suficiente para que jarree, diluvie, e incluso, se abran las cataratas del cielo.
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miércoles, 25 de abril de 2007
Viento Gregal
El viento Gregal
En la cuenca mediterránea se denomina gregal el viento procedente del noreste. El nombre suena extraño en el sector occidental, pero adquiere pleno significado si se recuerda que los romanos centraron la rosa náutica o rosa de los vientos en la costa meridional de Creta, por considerar que esta isla se hallaba en mitad del Mare Nostrum; y al noreste de la misma queda Grecia, justificándose así el empleo del referido vocablo.
En el Mediterráneo Occidental el gregal encuentra en su trayectoria la fachada oriental de España, con resultados pluviométricos bien diferentes según el rumbo del litoral y el relieve del pospaís. Un ejemplo prototípico proporciona el tramo costero alicantino, en torno al cabo de la Nao: al noreste de éste, en el Marquesado de Denia, la incidencia de los temporales del noreste, con una frecuencia relativamente elevada de aguaceros copiosos y de gran intensidad horaria, adquiere protagonismo y ubica los dos observatorios más lluviosos de la Comunidad Valenciana. (Tormos y Pego, con casi 900 mm anuales); en cambio, la modificación del trazado costero, cuya dirección es NW-SE en la Marina, abriga del gregal y de los temporales del noreste, al extremo de que, en menos de 50 km, la precipitación media anual desciende de los 644 mm de Denia a los 345 de Benidorm, reduciéndose casi a la mitad.
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- Viento Levante
En la cuenca mediterránea se denomina gregal el viento procedente del noreste. El nombre suena extraño en el sector occidental, pero adquiere pleno significado si se recuerda que los romanos centraron la rosa náutica o rosa de los vientos en la costa meridional de Creta, por considerar que esta isla se hallaba en mitad del Mare Nostrum; y al noreste de la misma queda Grecia, justificándose así el empleo del referido vocablo.
En el Mediterráneo Occidental el gregal encuentra en su trayectoria la fachada oriental de España, con resultados pluviométricos bien diferentes según el rumbo del litoral y el relieve del pospaís. Un ejemplo prototípico proporciona el tramo costero alicantino, en torno al cabo de la Nao: al noreste de éste, en el Marquesado de Denia, la incidencia de los temporales del noreste, con una frecuencia relativamente elevada de aguaceros copiosos y de gran intensidad horaria, adquiere protagonismo y ubica los dos observatorios más lluviosos de la Comunidad Valenciana. (Tormos y Pego, con casi 900 mm anuales); en cambio, la modificación del trazado costero, cuya dirección es NW-SE en la Marina, abriga del gregal y de los temporales del noreste, al extremo de que, en menos de 50 km, la precipitación media anual desciende de los 644 mm de Denia a los 345 de Benidorm, reduciéndose casi a la mitad.
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lunes, 23 de abril de 2007
Viento Lebeche
El viento Lebeche
Nombre que recibe en el litoral mediterráneo el viento de suroeste, con dirección intermedia entre las de mediodía y poniente; conocido asimismo por garbino, una y otra denominación poseen etimología árabe. Los efectos pluviométricos del lebeche o garbino resultan diferentes o, incluso opuestos, de un territorio a otro, en función de los condicionamientos geográficos, particularmente orográficos, que el viento halle en su camino.
Con régimen del suroeste llueve, y puede hacerlo copiosamente, en Extremadura, Baja Andalucía y barlovento de Sierra Nevada; sin embargo, raramente llueve en el sureste ibérico. Ello se debe a que el imponente edificio montañoso de Sierra Nevada intercepta los lebeches o garbinos, determina efecto foehn, disimetría y sombra pluviométricas. El lebeche desciende a sotavento más cálido y seco, sin precipitaciones.
Con todo, el lebeche ha prestado tradicionalmente su concurso en las faenas de recogida de los cereales de invierno en el sureste ibérico antes de la generalización de trilladoras y cosechadoras. Antaño, tras la trilla en las eras, recogida la parva, se aventaba con horcas y palas con objeto de separar el trigo de la paja; y para ello, se requería viento, que, con frecuencia, era lebeche.
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Nombre que recibe en el litoral mediterráneo el viento de suroeste, con dirección intermedia entre las de mediodía y poniente; conocido asimismo por garbino, una y otra denominación poseen etimología árabe. Los efectos pluviométricos del lebeche o garbino resultan diferentes o, incluso opuestos, de un territorio a otro, en función de los condicionamientos geográficos, particularmente orográficos, que el viento halle en su camino.
Con régimen del suroeste llueve, y puede hacerlo copiosamente, en Extremadura, Baja Andalucía y barlovento de Sierra Nevada; sin embargo, raramente llueve en el sureste ibérico. Ello se debe a que el imponente edificio montañoso de Sierra Nevada intercepta los lebeches o garbinos, determina efecto foehn, disimetría y sombra pluviométricas. El lebeche desciende a sotavento más cálido y seco, sin precipitaciones.
Con todo, el lebeche ha prestado tradicionalmente su concurso en las faenas de recogida de los cereales de invierno en el sureste ibérico antes de la generalización de trilladoras y cosechadoras. Antaño, tras la trilla en las eras, recogida la parva, se aventaba con horcas y palas con objeto de separar el trigo de la paja; y para ello, se requería viento, que, con frecuencia, era lebeche.
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sábado, 21 de abril de 2007
Viento Mediodía
El viento de Mediodía
Conocido asimismo por viento sur, austro, áfrico, o africano, la denominación de mediodía alude también al sur, con referencia a la altura del sol sobre el horizonte, que se incrementa a medida que se pierde latitud hacia el trópico, es decir, se va hacia el sur en nuestro hemisferio; y, en este sentido, el empleo del vocablo mediodía obedece a un hecho de cierta similitud con lo anterior, ya que, en cada punto y momento, el sol, en su movimiento aparente diario, alcanza su mayor elevación a mitad de jornada, al mediodía.
Otro nombre muy significativo, a la hora de indicar procedencia, es el de áfrico o africano, ya que el punto de origen del viento sur en la rosa náutica mediterránea es el continente africano. Se trata, entonces, de un viento que trae aire seco y cálido, característica ésta particularmente acusada en verano, cuando el sur que llega en línea recta del Sahara ocasiona olas de calor. Sin embargo, no es necesario para que el viento sur motive un brusco ascenso de la temperatura que su hogar sea sahariano, aunque precisamente éste fue el origen atribuido al viento conocido por sur, bochorno, o helgúa en el País Vasco, o piromano en Cantabria, que sopla de preferencia en invierno, atraído por la presencia de bajas en el Cantábrico, y experimenta el efecto foehn al salvar las Montañas Vascas o la Cordillera Cantábrica, de manera que el termómetro, en el aeropuerto bilbaíno de Sondica, puede subir de 30ºC en febrero.
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Otro nombre muy significativo, a la hora de indicar procedencia, es el de áfrico o africano, ya que el punto de origen del viento sur en la rosa náutica mediterránea es el continente africano. Se trata, entonces, de un viento que trae aire seco y cálido, característica ésta particularmente acusada en verano, cuando el sur que llega en línea recta del Sahara ocasiona olas de calor. Sin embargo, no es necesario para que el viento sur motive un brusco ascenso de la temperatura que su hogar sea sahariano, aunque precisamente éste fue el origen atribuido al viento conocido por sur, bochorno, o helgúa en el País Vasco, o piromano en Cantabria, que sopla de preferencia en invierno, atraído por la presencia de bajas en el Cantábrico, y experimenta el efecto foehn al salvar las Montañas Vascas o la Cordillera Cantábrica, de manera que el termómetro, en el aeropuerto bilbaíno de Sondica, puede subir de 30ºC en febrero.
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lunes, 16 de abril de 2007
Viento Poniente
El viento de poniente
Poniente es el viento procedente del oeste, es decir, el punto cardinal por donde el sol, en su movimiento aparente diario, desaparece o se pone bajo el horizonte. Los ponientes conducen las borrascas atlánticas a la península ibérica y son vientos llovedores, interceptados por los relieves orográficos, para la mayor parte de aquélla, a excepción de los sotaventos oriental y sur oriental, donde los ponientes desempeñan un papel inverso. Hagamos notar asimismo que las mayores frecuencias de estos vientos corresponden a las tierras más occidentales, particularmente a las costeras.
Como se ha dicho, en la fachada oriental de España el viento de poniente posee unas características no sólo diferentes sino opuestas. El más célebre es el caso del ponent valenciano, que, al descender de la Meseta a los llanos litorales, experimenta efecto foehn, transformado en un viento catabático, que se calienta y aleja del punto de saturación, alcanzando humedades relativas muy bajas, del orden de 25% o, incluso, menos. En consecuencia, su presencia en tierras valencianas, sobre todo en primavera avanzada, verano y comienzos de otoño, implica ascenso de temperaturas y ambiente seco. Precisamente por ello, además de intensificar el calor estival, produce un efecto desecante, creando situaciones muy favorables para la aparición y propagación de incendios forestales.
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Como se ha dicho, en la fachada oriental de España el viento de poniente posee unas características no sólo diferentes sino opuestas. El más célebre es el caso del ponent valenciano, que, al descender de la Meseta a los llanos litorales, experimenta efecto foehn, transformado en un viento catabático, que se calienta y aleja del punto de saturación, alcanzando humedades relativas muy bajas, del orden de 25% o, incluso, menos. En consecuencia, su presencia en tierras valencianas, sobre todo en primavera avanzada, verano y comienzos de otoño, implica ascenso de temperaturas y ambiente seco. Precisamente por ello, además de intensificar el calor estival, produce un efecto desecante, creando situaciones muy favorables para la aparición y propagación de incendios forestales.
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domingo, 15 de abril de 2007
Viento Tramontana
El viento Tramontana
La voz “tramontana” aplicada por la rosa náutica mediterránea al viento del norte, deriva del latín transmontana, es decir, más allá de los montes, puesto que aquél tiene origen más allá del ángulo montañoso, los Pirineos en el caso de España, que envuelve o rodea la ribera septentrional de la cuenca mediterránea. El soplo de la tramontana obedece al contraste de presiones atmosféricas ocasionadas por la llegada o génesis de depresiones atmosféricas ocasionadas por la llegada de depresiones en el Mediterráneo. Estas bajas son borrascas atlánticas que alcanzan los golfos de León o Génova a través del sur de Francia o norte de España; también las que pasan o desarrollan al norte de Baleares, desencadenan la tramontana. Ésta registra máxima intensidad cuando la presencia de bajas presiones en el Mediterráneo Occidental se combina con la alta presión más al norte, acentuando la diferencia de presión.
El primer indicio del soplo de la tramontana en tierras catalanas es la aparición de un muro nuboso por efecto foehn sobre los relieves pirenaicos, las denominadas bandas del Pirineo Oriental, seguida de acusada y rápida caída de la humedad relativa, morfología arremolinada de pequeñas nubes o escabeyats, pronunciado descenso térmico por la llegada de aire frío y mejora de la visibilidad, al tiempo que se pica el mar. La tramontana, particularmente en los meses de octubre, noviembre y los tres invernales, barre, con dureza y relativa frecuencia el Alto Ampurdán, pero no llega al río Tordera ni, hacia el interior sobrepasa Gerona; equívocas resultan las denominaciones de tramontana de Berga o tramontana de Nuria, que son más bien manifestaciones de mistral.
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La voz “tramontana” aplicada por la rosa náutica mediterránea al viento del norte, deriva del latín transmontana, es decir, más allá de los montes, puesto que aquél tiene origen más allá del ángulo montañoso, los Pirineos en el caso de España, que envuelve o rodea la ribera septentrional de la cuenca mediterránea. El soplo de la tramontana obedece al contraste de presiones atmosféricas ocasionadas por la llegada o génesis de depresiones atmosféricas ocasionadas por la llegada de depresiones en el Mediterráneo. Estas bajas son borrascas atlánticas que alcanzan los golfos de León o Génova a través del sur de Francia o norte de España; también las que pasan o desarrollan al norte de Baleares, desencadenan la tramontana. Ésta registra máxima intensidad cuando la presencia de bajas presiones en el Mediterráneo Occidental se combina con la alta presión más al norte, acentuando la diferencia de presión.
El primer indicio del soplo de la tramontana en tierras catalanas es la aparición de un muro nuboso por efecto foehn sobre los relieves pirenaicos, las denominadas bandas del Pirineo Oriental, seguida de acusada y rápida caída de la humedad relativa, morfología arremolinada de pequeñas nubes o escabeyats, pronunciado descenso térmico por la llegada de aire frío y mejora de la visibilidad, al tiempo que se pica el mar. La tramontana, particularmente en los meses de octubre, noviembre y los tres invernales, barre, con dureza y relativa frecuencia el Alto Ampurdán, pero no llega al río Tordera ni, hacia el interior sobrepasa Gerona; equívocas resultan las denominaciones de tramontana de Berga o tramontana de Nuria, que son más bien manifestaciones de mistral.
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sábado, 14 de abril de 2007
Viento Siroco
El viento Siroco
La etimología de siroco es latina, ya que procede de syriacus, nombre que recibía el viento de sureste de la rosa náutica o rosa de los vientos romana, que, centrada en la costa meridional de Creta, tenía en esa dirección la provincia de Siria. En cambio, con origen en la voz saruq, es árabe la raíz de xaloc, denominación del siroco en Cataluña, Valencia y Baleares, traducida al castellano como jaloque y denominaciones aplicadas en otras tierras mediterráneas, como las de chergui, chehili o las egipcias de simóun y khasmin, todas ellas convienen a este viento seco y cálido, procedente del sureste, que sopla atraído por la presencia de bajas presiones en el Mediterráneo y, a veces, experimente efecto foehn al salvar montañas costeras.
Resulta muy cálido, con temperaturas particularmente elevadas, muy seco, de humedad relativa en torno al 10%, cuando proviene del Sahara, pudiendo originar calima, por la presencia de polvo desértico, que enturbia la atmósfera y reduce la visibilidad.
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Resulta muy cálido, con temperaturas particularmente elevadas, muy seco, de humedad relativa en torno al 10%, cuando proviene del Sahara, pudiendo originar calima, por la presencia de polvo desértico, que enturbia la atmósfera y reduce la visibilidad.
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sábado, 31 de marzo de 2007
Viento Mistral
El viento Mistral
La denominación de mistral, minstral, maestral o maestro obedece a que los romanos eligieron Creta como punto de referencia de la rosa náutica o rosa de los vientos del Mare nostrum; y en dirección noroeste queda la ciudad de Roma, magistral Pentium (soberana de gentes). Así pues, el mistral, al que dedicó páginas maestrales Alphouse Daudet, es viento del noroeste, duro, frío y seco, que sopla preferentemente en invierno; lo hace con cielo, en general, despejado o con pequeñas nubes, denominadas glateiros, que, a su impulso, se desplazan rápidamente. El viento alcanza, con facilidad, 100 Km/h y, a veces, sus rachas llegan a 200; infunde respeto y temor a marineros y pescadores, ya que, con fuerzas 11 ó 12 de la escala Beaufort, denomina temporal muy duro o huracanado, con mar montañosa o, incluso, de gravísimo peligro.
Para justificar dichas velocidades, hay que sumar a los gradientes de presión, su condición catabática y el efecto de tobera resultante de circular encajado por valles y desfiladeros. Afecta la posición septentrional del Mediterráneo Occidental, en especial, las Bocas del Ródano y la isla de Menorca. En el Ebro, donde el rumbo noroeste del viento viene impuesto por el propio trazado del valle, el mistral es conocido por cierzo.
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Para justificar dichas velocidades, hay que sumar a los gradientes de presión, su condición catabática y el efecto de tobera resultante de circular encajado por valles y desfiladeros. Afecta la posición septentrional del Mediterráneo Occidental, en especial, las Bocas del Ródano y la isla de Menorca. En el Ebro, donde el rumbo noroeste del viento viene impuesto por el propio trazado del valle, el mistral es conocido por cierzo.
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jueves, 8 de marzo de 2007
Catástrofes naturales: tsunamis
Catástrofes naturales: los tsunamis
No puede extrañar que sea esta voz japonesa la que designe al maremoto, ola gigantesca ocasionada por un terremoto costero, un sismo submarino o una erupción. Estas olas que se propagan a gran velocidad, hasta 800 Km/h, pasan desapercibidas en mar abierto, con longitudes de onda de 100 Km y una altura que apenas excede del metro. Sin embargo, al disminuir la profundidad del océano hacia la costa, se reduce la velocidad de la ola, y ésta gana altura, excediendo los 20 m, valor que puede triplicarse o, incluso, cuadriplicarse a favor de la topografía de los fondos y del trazado costero.
En caso de terremoto submarino, el mar retrocede en la costa, primero, y luego retoma con singular ímpetu, arrastrando barcos anegando la franja litoral. La retirada del mar dura entre cinco y treinta minutos, para regresar luego con una ola gigantesca, un tsunami, que, si concurren todos los agravantes, puede alcanzar 70 metros. Dada su elevada velocidad de propagación, los maremotos pueden dejarse sentir a miles de kilómetros; así, por ejemplo, el sismo de 1868 en la costa peruana se propagó por la inmensidad del Pacífico y ocasionó tsunami en las costas japonesas. Como se ha dicho, motivo del maremoto puede resultar también una erupción volcánica; sirva de muestra la famosa del Perbuatan, en la isla indonesa de Krakatoa, el año 1883, que motivó olas tan gigantescas como para arrastrar el vapor Barrow, anclado en la rada de Telok-Belog, tres millas marinas tierra adentro.
Existe una red de alerta internacional de tsunamis (seismic sea mares waves warning system), instalada en Hawai, para evacuar a las poblaciones amenazadas. Aún así, los tsunamis siguen constituyendo un riesgo muy difícil de enfrentar, tal y como atestigua la reciente catástrofe en el sureste de Asia.
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No puede extrañar que sea esta voz japonesa la que designe al maremoto, ola gigantesca ocasionada por un terremoto costero, un sismo submarino o una erupción. Estas olas que se propagan a gran velocidad, hasta 800 Km/h, pasan desapercibidas en mar abierto, con longitudes de onda de 100 Km y una altura que apenas excede del metro. Sin embargo, al disminuir la profundidad del océano hacia la costa, se reduce la velocidad de la ola, y ésta gana altura, excediendo los 20 m, valor que puede triplicarse o, incluso, cuadriplicarse a favor de la topografía de los fondos y del trazado costero.
En caso de terremoto submarino, el mar retrocede en la costa, primero, y luego retoma con singular ímpetu, arrastrando barcos anegando la franja litoral. La retirada del mar dura entre cinco y treinta minutos, para regresar luego con una ola gigantesca, un tsunami, que, si concurren todos los agravantes, puede alcanzar 70 metros. Dada su elevada velocidad de propagación, los maremotos pueden dejarse sentir a miles de kilómetros; así, por ejemplo, el sismo de 1868 en la costa peruana se propagó por la inmensidad del Pacífico y ocasionó tsunami en las costas japonesas. Como se ha dicho, motivo del maremoto puede resultar también una erupción volcánica; sirva de muestra la famosa del Perbuatan, en la isla indonesa de Krakatoa, el año 1883, que motivó olas tan gigantescas como para arrastrar el vapor Barrow, anclado en la rada de Telok-Belog, tres millas marinas tierra adentro.
Existe una red de alerta internacional de tsunamis (seismic sea mares waves warning system), instalada en Hawai, para evacuar a las poblaciones amenazadas. Aún así, los tsunamis siguen constituyendo un riesgo muy difícil de enfrentar, tal y como atestigua la reciente catástrofe en el sureste de Asia.
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miércoles, 7 de marzo de 2007
Catástrofes naturales: ciclones tropicales
Los ciclones tropicales: denominaciones
Los ciclones tropicales reciben distintos nombres regionales; principalmente los siguientes: huracán en el ámbito del Caribe, Golfo de México y costa sureste de Estados Unidos; cordonazo en América Central; baguío en Filipinas; tornado en el Golfo de Bengala y ciclón de Mauricio en el Índico meridional. Para identificar cada uno de los ciclones, primero se recurrió al santoral (huracán de Santa Ana, huracán de San Francisco, etc); luego se emplearon sólo nombres femeninos, y actualmente alternan éstos con los masculinos.
Catástrofes naturales: los ciclones tropicales
Un ciclón tropical es una depresión profunda, con menos de 950 mb y 850 como récord, y diámetro casi siempre entre 200 y 600 Km, raramente alcanza 1.000. En las imágenes de satélite meteorológico, el ciclón aparece como un gran conjunto de gigantescos cumulonimbos ( 12-14 Km de desarrollo en la vertical) enrollado en espiral en torno a un punto negro que es el denominado “ojo del ciclón”. Desde la periferia de la perturbación los vientos arrecian hacia el interior, hasta alcanzar velocidades superiores a 125 Km/h y hasta 250 en las inmediaciones del “ojo del ciclón”. sector de calma y cielo despejado; otro tanto sucede con las precipitaciones, que cobran extraordinaria violencia e intensidad. La enorme capacidad destructiva de los ciclones resulta de la conjunción de vientos a gran velocidad, diluvios y la pleamar, cabalgada por grandes olas. A despecho de la enorme velocidad de los vientos asociados, los ciclones se desplazan, en el seno de los alisios, a velocidades moderadas, en torno a 25 Km/h.
Representan un gravísimo peligro para las áreas afectadas, sin excepción; tal y como recientemente hizo patente la devastación de Nueva Orleans por el huracán “Katrina”. A pesar de muchos estudios y trabajos de investigación se desconoce el origen de los ciclones, y, en definitiva, el mecanismo que transforma en aquéllos algunas tormentas tropicales.
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Catástrofes naturales: los ciclones tropicales
Un ciclón tropical es una depresión profunda, con menos de 950 mb y 850 como récord, y diámetro casi siempre entre 200 y 600 Km, raramente alcanza 1.000. En las imágenes de satélite meteorológico, el ciclón aparece como un gran conjunto de gigantescos cumulonimbos ( 12-14 Km de desarrollo en la vertical) enrollado en espiral en torno a un punto negro que es el denominado “ojo del ciclón”. Desde la periferia de la perturbación los vientos arrecian hacia el interior, hasta alcanzar velocidades superiores a 125 Km/h y hasta 250 en las inmediaciones del “ojo del ciclón”. sector de calma y cielo despejado; otro tanto sucede con las precipitaciones, que cobran extraordinaria violencia e intensidad. La enorme capacidad destructiva de los ciclones resulta de la conjunción de vientos a gran velocidad, diluvios y la pleamar, cabalgada por grandes olas. A despecho de la enorme velocidad de los vientos asociados, los ciclones se desplazan, en el seno de los alisios, a velocidades moderadas, en torno a 25 Km/h.
Representan un gravísimo peligro para las áreas afectadas, sin excepción; tal y como recientemente hizo patente la devastación de Nueva Orleans por el huracán “Katrina”. A pesar de muchos estudios y trabajos de investigación se desconoce el origen de los ciclones, y, en definitiva, el mecanismo que transforma en aquéllos algunas tormentas tropicales.
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miércoles, 3 de enero de 2007
Llovizna y lluvia
Lluvia y llovizna
Se utilizan las voces llovizna, cernidillo, mollizna o, con terminología internacional, la bretona de crachin para referirse a la precipitación vertical cuyas gotillas poseen diámetro inferior a 0,5 mm y velocidades de caída inferiores a 3 m/s. En la España húmeda, donde este tipo de precipitación es frecuente, la llovizna recibe una serie de denominaciones regionales, como orvallo en Galicia y Asturias, aguarrías en Cantabria, xirimiri en el País Vasco y calabobos en Castilla; significativamente, por su rareza, la llovizna, no recibe denominaciones regionales en la fachada oriental de España.
Cuando las gotas de precipitación poseen más tamaño y velocidad de caída, se habla de lluvia, y, si ésta es de gran intensidad, de tromba o manga de agua. Se emplean las denominaciones de chubasco, chaparrón, nubada, nubarrón o aguacero para la lluvia que comienza y termina bruscamente, con oscilaciones rápidas de intensidad; si el chubasco es de corta duración, recibe el nombre de aguarrada. En ocasiones la precipitación registra una concentración horaria tan elevada, que resultan insuficientes los verbos “diluviar” o “jarrear”, cuya acepción común es “llover copiosamente”, ya que entonces “llueve a mares”, se dice expresivamente que “se abren las cataratas del cielo”.
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Cuando las gotas de precipitación poseen más tamaño y velocidad de caída, se habla de lluvia, y, si ésta es de gran intensidad, de tromba o manga de agua. Se emplean las denominaciones de chubasco, chaparrón, nubada, nubarrón o aguacero para la lluvia que comienza y termina bruscamente, con oscilaciones rápidas de intensidad; si el chubasco es de corta duración, recibe el nombre de aguarrada. En ocasiones la precipitación registra una concentración horaria tan elevada, que resultan insuficientes los verbos “diluviar” o “jarrear”, cuya acepción común es “llover copiosamente”, ya que entonces “llueve a mares”, se dice expresivamente que “se abren las cataratas del cielo”.
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