domingo, 29 de octubre de 2006

Gota fría

La gota fría

Pocas expresiones meteorológicas gozan de la difusión alcanzada por la “gota fría” en la vertiente mediterránea española, por más que un tercio de siglo atrás resultase completamente desconocida. Es de notar, al respecto, que, con el precedente de las catastróficas inundaciones de 19 de octubre de 1973, ocasionadas, éstas sí, por un proceso de “gota fría”, se ha producido a lo largo de la fachada mediterránea española, desde la década de los ochenta, pródiga en riadas, una sinonimia errónea, y a todas luces improcedente, entre “gota fría” y aguacero copioso de gran intensidad horaria. Y en modo alguno es así: la presencia de una “gota de aire frío”, en la acepción prístina de Scherhag, creador del concepto a finales de los años treinta del siglo XX, no implica necesariamente el segundo, ni éste tiene, obligadamente, por causa a aquélla. Se trata, en suma, de un concepto, el de “gota de aire frío” que en España, y sobre todo en sus fachadas este y sureste, ha conocido, merced a los medios de comunicación, un singular arraigo entre el gran público, en serio detrimento de su precisión.

En esencia, una “gota de aire frío” consiste en una depresión fría marcada en las troposferas media y superior e inexistente o apenas dibujada en la inferior. Para que una “gota fría” origine un diluvio es menester la conjunción de una serie de condiciones. La aludida situación de 19 de octubre de 1973 combinó la práctica totalidad de agravantes: en superficie, aire muy inestable y húmedo, con largo recorrido sobre el mediterráneo y disparo en la vertical merced a la convección forzada impuesta por las alineaciones montañosas litorales y prelitorales, así como por la convergencia debida a la presencia de una pequeña y poca profunda borrasca en el mar de Alborán. El fuerte ascenso del aire, con génesis de cumulonimbos de 9-10 Km en la vertical, vino propiciado por el embolsamiento de aire frío, de -24ºC, a 5500 m de altitud, y la instalación de un mecanismo de divergencia a esos niveles. Las precipitaciones fueron fortísimas en las cuencas fluviales susodichas, sobresaliendo, entre las registradas, la localidad almeriense de Zugena, que recogió 600 mm en tan sólo tres horas, con la particularidad de que 420 mm cayeron entre las 13 y 14 horas de ese 19 de octubre.

Con todo, ha de destacarse que los mecanismos capaces de proyectar aire muy inestable y con elevada humedad específica hasta el límite de la troposfera son varios y no se limitan a los procesos de “gota fría”. Han de recordarse, cuando menos, depresiones aisladas en altitud, vaguadas retrógradas o meridianas, sistemas convectivos de mesoscala o determinados anafrentes fríos.

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jueves, 26 de octubre de 2006

Rosa náutica del Mediterráneo

Rosa náutica del Mediterráneo

Con el precedente de la rosa náutica cuya simbología fue esculpida en las fachadas de la célebre y desaparecida Torre de los Vientos en Atenas, los nombres actuales de los ocho vientos principales de la rosa mediterránea, tan básica y familiar para los marineros, regatistas y pescadores de este mar, son de origen latino o, en algún caso, árabe. Para comprender las designaciones romanas, es de notar que éstos eligieron como punto de convergencia de rumbos o centro de la rosa la costa meridional de Creta, por considerar que la isla quedaba en el centro del Mare Nostrum.

El viento norte recibe la denominación de tramontana, ya que viene de más allá de las montañas que cierran el borde septentrional del Mediterráneo. Gregal es el viento del noreste, originario del ámbito griego, es decir, del Mar Egeo, mientras el levante procede del este, donde en su movimiento aparente, y en realidad por la rotación terrestre, nace o se levanta cada día el sol. Rumbo sureste es el del siroco o jaloque (xaloc en las costas valencianas, catalanas y baleares); la etimología originaria es Syriacus, que hace referencia a Siria desde Creta. Para el viento del sur se emplean, inditintamente, los nobres de africano, ostro o mediodía. Por idéntico motivo al indicado para el levante, el viento del oeste es el poniente, por donde, en su movimiento aparente, se acuesta, encuentra su ocaso o se pone elsol.

Del suroeste llega el lebeche o garbino, voces ambas de origen árabe. Vuelve a resultar imprescindible el recuerdo de Creta para explicar las designaciones de mistral, minstral, maestral o maestro aplicadas al viento del noroeste, ya que al noroeste de la isla queda Roma, capital del imperio y “maestra de gentes” (magistra gentium). El mistral es terrible, ya que en ocasiones, por el triple efecto catabático, de gradiente horizontal de presión, y tobera sopla con las fuerzas más elevadas de la escala Beaufort, motivando mar arbolada, montañosa o, incluso, de gravísimo peligro. Este viento del noroeste, canalizado por el valle del Ebro, recibe el nombre regional de cierzo.

Información relacionada con Rosa náutica del Mediterráneo:

- Viento Mistral
- Viento Siroco
- Viento Tramontana
- Viento Poniente
- Viento Mediodía
- Viento Lebeche
- Viento Gregal
- Viento Levante

miércoles, 25 de octubre de 2006

Casa de la Primavera

Con la denominación de “Casa de la Primavera” aplicada a las tierras alicantinas litorales y prelitorales al sur del cabo de La Nao, el escritor Wenceslao Fernández Flores quiso significar el acusado predominio de dias soleados y con temperaturas gratas en los meses de otoño e invierno. Al sur del paralelo 38º45 N, estas tierras ocupan una posición periférica y meridional en la zona de circulación general del oeste. Ninguno de los mecanismos climáticos que interaccionan en este ámbito posee una proyección equiparable a la de la subsidencia subtropical, no sólo como causa primordial del máximo de Azores sino también por su responsabilidad capital en las más intensas y prolongadas sequías, así como en la escasez estival de precipitaciones. De resaltar es asimismo la marcada condición de sotavento del espacio considerado, al socaire longitudinal de la influencia atlántica, cuyo debilitamiento en dicha área agrava aún más el relieve; en efecto, al alejamiento de aquel océano se suma el cierre montañoso que imponen las sierras subbéticas a los vientos del noroeste, mientras hace otro tanto el grandioso edificio de Sierra Nevada con ponientes y garbinos.

De destacar es también, por el elevado calor específico de las aguas marinas, el papel térmico del Mediterráneo, que contribuye a dulcificar las temperaturas de otoño e invierno en el espacio considerado. Fruto de todo ello son medias anuales superiores a 18ºC, con veranos calurosos (julio o agosto en torno a 26-27ºC e inviernos suaves, con una media para el más fresco, habitualmente enero, superior a 8ºC, con valores de 11 a 13 ºC en el litoral; no hay, pues, invierno térmico, tal y como atestiguan las máximas y mínimas medias para dicha estación, con cifras respectivas de 17,3 y 6,7ºC en Alicante, muy raramente, y no todos los años, el termómetro desciende de 0ºC en la franja costera, y tampoco se prodigan valores negativos en las tierras prelitorales.

La referencia al confort climático de estas tierras quedaría incompleto sin mencionar el aspecto habitual del cielo, es decir, débil nubosidad, ya que el número de días despejado duplica al de cubiertos; la media de horas de sol al año no baja de 2.800, y pasan de 1.100 entre octubre y marzo, con máximo de 340 en julio, y mínimo, notoriamente alto, de 175 en diciembre.

Información relacionada con la Casa de la primavera:

- Confort climático en la región de Murcia

sábado, 21 de octubre de 2006

Rogativas meteorológicas

El territorio prototípico de rogativas meteorológicas ha sido, y es, la región climática del sureste ibérico, por su régimen pluviométrico extremadamente irregular y contrastado, que combina intensas y prolongadas sequías con lluvias torrenciales; de ahí que las rogativas posean motivaciones opuestas: unas pro pluvia o ad petendam pluviam, para impetrar la lluvia, y otras, pro serenitate, para pedir que se serene el tiempo y cese de diluviar; más frecuentes, no obstante, las primeras que las segundas. Las peores sequías de los siglos XVIII a XX han permitido documentar, con todo lujo de detalles, las rogativas pro pluvia realizadas por entonces en las sedes episcopales de Murcia y Orihuela, así como en las ciudades de Alicante y Lorca, entre otras.

Para el sureste ibérico, cuando aún no se disponía de datos meteorológicos suficientes, es posible establecer la gravedad y duración de una sequía atendiendo exclusivamente a la información sobre rogativas, ya que, en función del nivel de la rogativa – y se distinguen, al menos, seis -, percibimos, con exactitud suficiente, cuál era el grado de angustia y desesperación, merced a los intercesores o a que se practicase, incluso, una reunión de intercesores. Como la celebración de rogativas públicas implicaba la solicitud de las mismas por las autoridades civiles a las eclesiásticas, cuando las relaciones entre ambas eran tensas, tal y como ocurrió bajo la dictadura revolucionaria de Mendizábal, regencia de Espartero y bienio progresista, períodos todos ellos con disposiciones desamortizadoras, faltan aquéllas en presencia de durísimas y prolongadas sequías. Agobiada por la sequía la cuenca del Segura, la última rogativa ad petendam pluviam tuvo lugar el 9 de septiembre de 2006, sirviendo de retablo el grandioso frontis de la catedral de Murcia.

Bastantes menos numerosas que las rogativas de sequía han sido, en el transcurso de los siglos, las pro serenitate, con algunos rituales perfectamente establecidos en las áreas más afectadas por las inundaciones, particularmente en la Vega Baja del Segura. La propia existencia de este tipo de rogativas constituye prueba evidente de que, contra una afirmación bastante generalizada y, sin embargo, errónea, el “mal tiempo” en el sureste ibérico no es efímero, sino infrecuente.

viernes, 20 de octubre de 2006

Confort climático en la región de Murcia

Referentes esenciales del confort climático en las tierras costeras y prelitorales de la región de Murcia son predominio muy acusado de buen tiempo, con elevada insolación y benignidad térmica de los meses otoñales e invernales. Sin necesidad de incurrir en la exageración retórica de costa, para quien “regiones hay como la de Murcia, apellidada el serenísimo reino, donde pasan años sin que se vea una sola nube”, resulta bien patente que en este espacio no menudean los días con precipitación ni de cielos cubiertos, prima, por el contrario el llamado “buen tiempo”. Las precipitaciones son parvas, y siempre inferiores a los 400 mm anuales, y los días en que se producen también ya que no exceden, en los observatorios menos desfavorecidos, de medio centenar; menudean, por contra, los días despejados y sin apenas nubosidad: Lorca es la “ciudad del sol” en el “serenísimo reino de Murcia”.

El régimen térmico conjunta, sobe todo, los efectos de la latitud (Murcia,38ºN), escasa nubosidad y elevada insolación, sin olvidar para los sectores costeros, la incidencia térmica de las aguas mediterráneas. Fruto de todo ello resultan medias anuales superiores a 18º C, con veranos calurosos (julio-agosto, en torno a 26-27ºC) e inviernos muy suaves, con una media para el mes más fresco, habitualmente enero, superiores a 8ºC, con valores de 11 a 13ªC en el litoral; no hay, pues invierno térmico en la franja costera, tal y como atestiguan las máximas y mínimas medias para dicha estación, con cifras respectivas en torno a 17 y 7ºC; muy raramente, y no todos los años, el termómetro desciende de 0ºC en la costa, y tampoco se prodigan valores negativos, aunque ocasionalmente puedan dañar los cultivos, en las tierras prelitorales. En definitiva, un gran potencial energético, que no sólo es calorífico sino también lumínico; el promedio anual de horas de sol es del orden 2.900, con máxima de 340 en julio y mínimo de 181 para diciembre, sumando 1.170 de octubre a marzo, lo que representa una insolación privilegiada en otoño e invierno.

Información relacionada con Confort climático en la región de Murcia:

- Casa de la Primavera