martes, 30 de octubre de 2007

Trasvase del Ebro

El trasvase del Ebro

El primer proyecto de macrotrasvase del Ebro a tierras valencianas y murcianas se debe al ingeniero Félix de los Ríos Martín, a la sazón Director General de Obras Hidráulicas de la II República, que lo hizo público, el año 1937, en Valencia, bajo el título de Aprovechamiento de parte de las aguas sobrantes del Ebro en ampliar y mejorar los riegos de Levante, con la finalidad de transferir 1.260 hm cúbicos/año desde el Azud de Cherta. De las propuestas posteriores, las más ambiciosa fue la de 1972 que, en el marco del Plan General Hidráulico del Bajo Ebro planteó tres transferencias: Ebro-Pirineo Oriental (1.400 hm cúbicos/año), Ebro-Mijares (600) y Ebro-Júcar-Segura (1.200); en total, 3.200 hm cúbicos anuales. Por su parte, el Sistema Integrado de Equilibrio Hidráulico Nacional (SIEHIVA), englobado en el Anteproyecto de Plan Hidrológico Nacional de 1993, asignaba, en su versión original, a las Comunidades Autónomas Valenciana, de Murcia y Cataluña, transferencias respectivas de 890, 1.045 y 475 hm cúbicos/año, en total 2.410 hm cúbicos; de ellos, 1.855 procedentes del Ebro, en el seno de una colosal reestructuración hidrográfica de la España peninsular, acorde con el obsoleto desideratum regeneracionista de cruzar el país "con un sistema arterial hidráulico". Por último, el Plan Hidrológico Nacional de 2001 contemplaba una transferencia muy moderada, se sólo, 1.050 hm cúbicos/anuales, con el reparto siguiente: cuenca del Segura, 450 hm cúbicos anuales; cuenca del Júcar, 315; Barcelona, 190; y Almería, 95 hm cúbicos al año.

El cambio de signo político de España, se tradujo inmediatamente en el Real Decreto Ley 2/2004, que, convertido luego en Ley 11/2005, de 22 de Junio, modificó la Ley 10/2001, de 5 de Julio, del Plan Hidrológico Nacional, derogando, a pesar de las protestas y reivindicaciones de la Comunidad Valenciana y Región Autónoma de Murcia, la transferencia del Ebro.

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martes, 23 de octubre de 2007

Cumulonimbos

Los cumulonimbos

Los cumulonimbos son nubes densas de fuerte desarrollo vertical, asociadas a situaciones de intensa inestabilidad atmosférica, con grandes ascensos de aire de elevado potencial energético. Pueden interesar casi todo el espesor de la troposfera y alcanzar, desde su base, alturas de 8-10 km en latitudes medias y de 16-18 en el ámbito intertropical. Los de mayor desarrollo corresponden a la especie capillatus (fibroso) o pileus (con pileo o casquete) y rematan en un yunque superior de estructura cirrosa; cuando falta ésta, se habla de cumulonimbo calvo. Por bajo de la base, a menudo muy sombría, aparecen nubes bajas y desgarradas, soldadas o no a la gran célula convectiva. Aparte del yunque superior, constituyen apéndices frecuentes del cumulonimbo el arcus, ceja sombría que lo precede, y, en ocasiones, la tuba o embudo de un tornado o tromba marina vinculado, que cuelga de la base de aquél.

De composición mixta, integradas por gotas de agua y cristales de hielo, los cumulonimbos son las nubes habituales de los mayores diluvios y granizadas; por ello, resultan particularmente terribles. A modo de gigantescas nubes puestas en pie o enormes torres nubosas, acompañan, en latitudes medias, a las gotas frías, y, en las bandas de los alisios, a los ciclones tropicales o huracanes, arremolinados en torno al ojo de la perturbación.

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martes, 16 de octubre de 2007

Aguaceros otoñales mediterráneos

Los aguaceros otoñales mediterráneos

A veces la precipitación cae con tal intensidad en la vertiente mediterránea española que los verbos "diluviar" o "jarrear", cuya acepción es la de llover copiosamente, resultan insuficientes para describir el aguacero, ya que entonces llueve a mares, se dice, significativa y gráficamente, que se abren las cataratas del cielo. En el intervalo de pocas horas pueden excederse e incluso duplicarse, con creces, la precipitación media anual. La perniciosidad de estos aguaceros y trombas depende ampliamente de la concentración horaria de la lluvia.

El calendario de lluvias catastróficas en el espacio indicado muestra una notoria concentración de las mismas en los meses otoñales, entre mediados de septiembre y similares fechas de noviembre, con ápice en octubre, transcurre el periodo de máximo riesgo. El comportamiento térmico de las aguas mediterráneas constituye la premisa indispensable, el requisito imprescindible, que, conjugado de forma primordial, si bien no exclusiva, con las irrupciones de aire frío en altitud, confiere primacía destacada, en estas tierras, al otoño en los aguaceros de excepcional violencia, riadas colosales y desastrosas inundaciones.

Los mapas de isotermas marinas superficiales suelen mostrar, en coincidencia con estas lluvias torrenciales, temperaturas relativamente altas frente a las áreas afectadas. Condiciones térmicas de esa índole propician que el mar transfiera al aire enormes cantidades de vapor de agua, es decir, de agua y energía latente, condiciones necesarias para lluvias muy copiosas y de excepcional intensidad horaria.

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miércoles, 10 de octubre de 2007

Desalinizar o desalar

Desalinizar o desalar

La potabilización de agua marina constituye vía para garantizar el suministro a poblaciones de islas, como las del archipiélago canario o Mallorca; es éste, el uso que puede asumir su elevado coste. Pero no se pretende aquí aludir a ninguna controversia, sino tan sólo referirse a una cuestión semántica. En efecto, mientras unos tratadistas hablan de "plantas desalinizadoras", otros manejan la expresión "plantas desaladoras"; así pues, cabe preguntarse si ambas son correctas; y, en última instancia, cuál resulta preferible.

El Diccionario de la Academia señala que el adjetivo "desalinizador" dícese del "método usado para eliminar la sal del agua de mar", pero asimismo indica como significado de desalinización la de "desalación del agua de mar"; y también, como segunda acepción de "desalar" proporciona la de "quitarle la sal al agua del mar para hacerla potable o para otros fines". En suma, ambas especificaciones son correctas. En cuanto a la opción personal, puede parecer que "desalinización" es voz más técnica y eufónica; sin embargo, quienes rehuimos la elongación y el polisilabismo, nos inclinaremos, sin duda, por "desalación". Al fin y a la postre, nadie dice que el agua marina sea agua salinizada, sino agua salina.

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jueves, 4 de octubre de 2007

Inundación Valencia 1957

La inundación de Valencia en 1957

Medio siglo atrás, el 14-15 de octubre de 1957, la ciudad de Valencia y los poblados marítimos padecieron una de las peores inundaciones de que hay memoria histórica, con numerosas víctimas y cuantiosísimos daños materiales. En algunos puntos del casco histórico las aguas desbordadas del río Turia alcanzaron 3 metros de altura y cubrieron de barro gran parte del área urbana. Aunque las estimaciones son diversas, tras depurar los datos disponibles, parece probable una punta de avenida de 3.000 metros cúbicos por segundo. El colosal aluvión fue motivado por lluvias torrenciales en la cuenca baja del Turia, debidas a la advección en superficie de aire mediterráneo con elevada humedad específica y a la presencia en los niveles superiores de la troposfera de un embolsamiento de aire anormalmente frío. La monstruosa riada se generó aguas abajo del Pantano de Benagéber (entonces, Generalísimo) por la sincronización en el Turia de los enormes aportes de sus afluentes Tuéjar y Tera y de las ramblas Castellarda y Primera.

Para conjurar el gravísimo riesgo, se realizó el denominado Plan Sur, consistente esencialmente en la desviación del Turia al sur de la ciudad, mediante la apertura de un cauce enteramente artificial con capacidad de 5.000 metros cúbicos por segundo. Al estimarse suficiente esta solución, no ha pasado de proyecto la presa de laminación de Villamarchante, que, sin duda, reforzaría y potenciaría la defensa de avenidas de excepcional magnitud.

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